
POR: JUAN MANUEL REY
‘Sagrado’ es el nuevo álbum de El Nido, también su primer trabajo de larga duración como agrupación y, véase como se vea, una buena noticia para todos los que hemos seguido la evolución musical de sus integrantes desde hace un par de años. A El Nido lo compone el trío de MCs Alman Lenid, Sike Damodar y Repz Bars. Este último, bajo el nombre de Barrasdereptil, fue el encargado de la producción del disco, que incluye 15 canciones originales, 2 tracks que compilan, lo que supongo que son, notas de voz de WhatsApp de algunos parceros del grupo haciéndoles el aguante y una versión drumless del tema ‘Mérito’. ‘Sagrado’ es un disco muy bien logrado y compacto en cuanto al desarrollo del concepto que, justamente, da lugar a su nombre. Por esta razón, creo que para reseñarlo no es conveniente hacer una revisión sistemática y desarticulada de cada uno de los temas que lo componen, sino centrarme en analizar los principales elementos transversales identificados. Opté por enfocarme principalmente en la composición de las letras por ser esta una reseña escrita. Es evidente que, siendo un álbum de rap, existe una relación inherente entre los beats y aspectos como la intención, la sonoridad y el flow que impactan sobre la experiencia del oyente. No obstante, no entraré en detalle en el análisis de los temas técnicos de la producción musical, sino que los mencionaré cuando estén conectados con otras ideas relevantes.
Para abordar este disco vale la pena empezar mencionando el tema homónimo, ubicado acertadamente en la primera posición del tracklist, siendo este una clara apuesta de la producción: abrir de forma directa declarando explícitamente sus intenciones y aterrizando al oyente en lo que, en efecto, constituye ‘lo sagrado’ para El Nido. No es mi intención detenerme en este aspecto, pues creo que poco puedo agregar a la propia voz de los MCs florideños en su sólida exposición y defensa de su concepción de lo sagrado. Sin embargo, sí quisiera destacar la decisión, ejecutada desde la arquitectura misma del disco, de omitir preámbulos y arrancar el álbum de forma tan contundente. Que apenas 20 segundos después de dar play a la primera canción se escuche a Sike rapear “esto es sagrado, la bendición de tu vieja”,se siente como un golpe seco sobre la mesa que da indicios de lo que se viene en la próxima hora de reproducción.
Ciertamente, un disco que trata sobre aquello que se respeta e incluso se venera, obliga a llevar la composición a niveles de introspección profunda. Esto puede resultar tan catártico como riesgoso pues de cierta manera expone al artista, quien se presenta ante el oyente más como la persona que en efecto es y menos como el personaje que ha construido en tarima. Podría decirse que este disco es una invitación a escuchar a quienes están detrás de los seudónimos. En mi opinión, cuando se trata de un álbum de rap, esto conlleva un reto mucho más complejo si se compara con otros géneros, pues el hecho de que la precisión métrica sea una de las virtudes más valoradas hace que los compositores tengan que enfrentarse al desafío de encontrar el punto preciso entre la profundidad de las ideas, que describen verdades muy íntimas y personales, y la minucia en la construcción de las frases, las estrofas y los punchlines.
Luego de escuchar el disco, concluí que los miembros de El Nido tuvieron que cuestionarse un par de veces cómo afrontar este desafío y finalmente resolvieron priorizar la franqueza en la composición por sobre el uso de recursos que hubieran permitido barras más memorables, sin que esto, por supuesto, reste valor a la calidad del LP en sí. Esto queda en evidencia en varias frases de ‘Sagrado’. Quizás el momento más explícito se dé en ‘Más que música’ cuando Alman se pregunta “¿Es que si no lo hago yo quién lo hace?” y luego corea“haces lo que sale porque no hay nada más”, indicando lo relevante que debió ser para el grupo componer hasta estar satisfechos con la sinceridad del producto final. Por un lado, esta decisión resulta admirable, más aún cuando proviene de una agrupación que se encuentra en proceso de consolidar su sonido, mostrando que El Nido está dispuesto a trabajar con total independencia y constancia cada una de sus producciones. Por otro lado, quizás sin proponérselo, la sinceridad manifiesta del disco terminó dando lugar a la grabación de un valiosísimo testimonio sonoro que servirá de memoria para recordar la incertidumbre de lo que es vivir en la ciudad en transición que es Bucaramanga del 2020.
En los últimos años, y de forma acelerada, la ciudad tamaño confort por excelencia ha llenado su paisaje de edificios que crecen en lugares inesperados. Bucaramanga y los municipios aledaños han dejado de ser agrupaciones de barrios donde todos conocen al amigo de un amigo, para convertirse en cúmulos de hileras de calles que le pertenecen a nadie. La pequeña ciudad transita hacia algo que muchos bumangueses no terminamos de entender y que produce en los habitantes la incertidumbre del futuro que, justamente, termina siendo una de las principales musas de ‘Sagrado’. En el disco se siente una atmósfera nostálgica permanente, acompañada de menciones a la partida de familiares y amigos, recuerdos de la casa de la abuela y, en general, el aferro a las memorias de las vivencias del pasado localizadas, casi todas, en el barrio de la infancia. Era cuestión de tiempo para que este sentir, que no le es ajeno a cualquiera que haya vivido en la ciudad en la última década, empezara a verse impregnado en los trabajos de las bandas locales, como también ha venido pasando con artistas como Lobotómicos, AhTu y Los Animales Sueltos, 100 Años de Monstruos, Bañista Lunar, entre otros.
Otro elemento que me llamó mucho la atención de ‘Sagrado’ tiene que ver con la relación compleja con el dinero, que resulta en dos visiones que entran, por momentos, en conflicto. Por un lado, el desarrollo del concepto de ‘lo sagrado’ está estrechamente relacionado con ‘ser real’, que no es más que el actuar siendo fiel a lo que se respeta (incluyendo el rap, la familia, etc.), ante lo que el dinero se presenta como una carnada al yerro. El merecimiento del respeto, por ejemplo, resulta “moneda de cambio (…) que no pierde valor” como sí lo puede hacer el dinero. Por otro lado, en otros momentos del disco, se sobrepone una visión mucho más pragmática en la que la plata es vista como el seguro de vida para la realización de los sueños personales y como la puerta al disfrute, así sea temporal, de posesiones y lujos. Por ejemplo, se afirma que, si existen los medios, no vale la pena dudar ni un segundo en comprarse un artículo lujoso (por ejemplo, unas gafas Cartier bien melas), pero se hace la salvedad de que, de ser necesario, este se podrá revender sin remordimientos cuando un percance económico lo amerite. Sobre esto quiero detenerme para destacar que, a pesar de lo dicho anteriormente, en el proceso de construcción de su voz propia dentro del rap, El Nido pocas veces ha echado mano de recursos fácilmente digeribles relacionados con la opulencia o el visaje. Personalmente, jamás he criticado a quienes lo hacen, especialmente si se tiene el tacto para mencionarlo. Sin embargo, El Nido ha optado por no recurrir a esto y parece no necesitarlo para seguir abriéndose camino a pasos certeros como uno de los proyectos más prometedores de la movida musical nacional.
En general, como oyente fue bastante fácil empatizar con ‘Sagrado’. Por ejemplo, las referencias relacionadas al deseo de protección y cuidado a los propios (familia y amigos), en las que la relación madre/hijo juega un papel principal, favorecen la conexión con las letras. Varias barras sugieren la aspiración, como máxima de vida, de proteger a la gente querida, así como el interés de tomar decisiones acertadas que permitan garantizarles estabilidad emocional y económica. A pesar de esto y aunque, como he mencionado anteriormente, el disco converja muy bien alrededor de conceptos claramente definidos, siento que algunas canciones podrían tener mucha más cohesión, pues queda la sensación de que las ideas rapeadas (y seguramente compuestas) por cada MC se desarrollan aisladas y no en conjunto, como sería deseable. Probablemente, esto implique replantearse las dinámicas de composición como grupo, todo un reto que tiene El Nido por delante y ante el que estaremos expectantes.
Para concluir, diría que ‘Sagrado’ es una producción musical despachada desde adentro, que suena a trabajo y que, usando una analogía mencionada en algunas canciones, ha sido cocinada con paciencia. Es el fruto de “estudiar a los capos y no a los pillos”, de trabajar all day y de la evolución natural que trae la constancia. Es un disco que tiene como principal atractivo la franqueza de sus composiciones y la calidad de sus beats impregnados de nostalgia, al que le auguro una buena madurez pues creo que se convertirá en un testimonio sonoro poderoso que permitirá hacer memoria de los días en los que llegó una pandemia que nos encerró a pensar sobre la ciudad en transición que habitamos. Vivimos tiempos confusos y llenos de incertidumbre. Menos mal nos queda El Nido, perros.
SOBRE EL AUTOR:
Juan Manuel Rey (@jmrey11) nació en Bucaramanga y estudió en el exterior. Desde el 2005 ha estado vinculado a diferentes agrupaciones musicales y proyectos audiovisuales. En todos fracasó. Desde hace un año regresó a la ciudad y se destaca por ser un tipo buena gente.
Este texto hace parte de un especial de final de año del proyecto ganador de la “Beca de periodismo cultural” de la “Convocatoria de estímulos – Bucaramanga cree en tu talento 2020” del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga.